Comienza un nuevo curso escolar, y entre recortes sociales, más paro y precampaña electoral; los colectivos del Barrio comienzan a organizar las actividades que, a lo largo del año, darán vida al Barrio haciendo disfrutar a todas aquellas que quieran participar en ellas.
No son pocos los encuentros que nos unen en las calles y plazas de Sanduzelai, así como en tabernas, comercios o en el Local Vecinal. Tras todos esos actos, se esconde el trabajo de aquellas personas que dedican su tiempo y su esfuerzo, de forma altruista y con el objetivo de dinamizar el Barrio de forma inclusiva y abierta.
Para poner en marcha todo esto, hace falta movilizar cantidades de dinero que sorprenderían a más de una, y que los colectivos se encargan de gestionar y administrar, sacando el mayor partido posible de aquello con lo que contamos.
“El Ayuntamiento te escucha”
Sería lógico pensar, que el Ayuntamiento de Pamplona destina ayudas para fomentar este tipo de actividades culturales y de ocio. Pero, lejos de colaborar, en los últimos años llevan a cabo una política encaminada a asfixiar y vedar toda muestra de expresión popular. No solo se dedican a obstaculizar y entorpecer el desarrollo de todo aquello que se organiza, sino que, en graves actos de difamación, han llegado a acusar de ‘estar al servicio de la organización ETA’, a algunas de las organizadoras de este tipo de actos a nivel de Iruñerria. Con estos intentos de manipulación, solo demuestran un juego muy sucio, y hasta qué punto son capaces de llegar para anular el movimiento popular.
En el Barrio, la ‘ayuda’ institucional se materializa en multas por el horario de los conciertos, tasas por cada metro cuadrado de carpa y de barra, la obligación de colocar limitadores de ruido cada vez que se instalan equipos de sonido… y un largo etcétera que cada día se extiende más y más. Hace dos años llagaron a redactar un condicionado que fue catalogado de inconstitucional, ya que, entre otras cosas, vulneraba la libertad de expresión, impidiendo colocar cualquier tipo de pancarta en la zona festiva, sin su previa aprobación.
Las mínimas ayudas que se conceden, resultan insignificantes al lado de las exigencias que imponen. De tal forma que la solicitud de permisos para todo complica la organización hasta un punto que resulta casi insostenible. El objetivo de todo esto es que la organización de cualquier actividad resulte tan difícil y costosa que, poco a poco, deje de hacerse. Sería en ese momento cuando ellos entren a organizar los actos a su manera, a través de una empresa privada y censurando la participación popular, que tan incómoda les resulta. Y con ello hacen negocio también de la fiesta popular.
¿De dónde sale el dinero?
Sin embargo las fiestas siguen saliendo adelante (no sin el esfuerzo y los quebraderos de cabeza de algunas), y la respuesta de la gente cada día es mayor y más activa.
Sin las ayudas del Ayuntamiento, sobrevivimos gracias a la aportación de las vecinas y vecinos, y a la contribución del pequeño comercio del Barrio, que siempre está presente. A ellos, a todos vosotros, nuestro más sincero agradecimiento, porque esa participación hace posible el contacto entre las personas, la interacción, y el trato entre diferentes.
En un momento en que la democracia está en crisis, se está haciendo una apuesta por otorgar al ciudadano capacidad para decidir sobre aquello que le rodea, medios reales para gestionar cuestiones que afectan a su entorno más próximo y confianza en su criterio para asumir estas responsabilidades.
Sin embargo, la derecha caduca y agotada, aferrada al poder en esta ciudad, nada a contra-corriente anclada en su cabezonería, dando de lado a este tipo de políticas que están demostrando grandes logros en otros lugares.
Se han olvidado que Iruñea, Sanduzelai, están llenos de personas de mil colores; llenas de ilusiones y retos; y aunque ya han destruido muchas de las expresiones de las ciudadanas, somos las que somos, y no vamos a dejar de existir, ni mucho menos de disfrutar a nuestra manera, porque nos encanta.
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