lunes, 28 de noviembre de 2011

019 COLABORACION

RECORTES EN LA SANIDAD
La sanidad mueve una cantidad de dinero enorme, constituyendo una fuente de negocio muy apetecible para los capitales privados, por eso siempre hay intereses importantes a favor de la privatización de la sanidad. Lo peor es que nuestros gobernantes se hacen cada vez más eco de esos intereses y atienden menos a los intereses de las poblaciones.

A pesar de todo, ningún gobierno va a atreverse a atacar de frente la sanidad pública, sin embargo hay muchas formas para ir minándola poco a poco. Es lo que está pasando. Una deficiente gestión deteriora, a veces gravemente, nuestro sistema sanitario y lo pone en situación de riesgo.

Por ejemplo, el año pasado la Cámara de Comptos tiró de las orejas a la anterior Consejera por el excesivo desvío de dinero a entidades privadas: setenta millones de euros se gastaron en derivaciones a centros privados, setenta millones de los que la sanidad pública se vio descapitalizada. Y hay más: se emprendieron buen número de obras que no van a entrar en funcionamiento por falta de previsión, la vacuna de la “gripe A” pasó un montón de dinero público a los laboratorios privados y prácticamente no se utilizó, los medicamentos genéricos no se implantaron todo lo que debieron...

De esa mala gestión no se rinden cuentas ni se derivan responsabilidades, los que han estado al frente de la gestión y la responsabilidad cargan las culpas a “que lo público no funciona”, “que los pacientes abusan”... Su receta es siempre la misma: externalizar, privatizar, deteriorar nuestra asistencia.

Las medidas actuales de recorte proponen la privatización de las cocinas de hospitales y los laboratorios, el cierre de plantas y quirófanos, la suspensión de la Ley de Garantías por la que se ponía tope a los periodos de espera en especializada.

A nuestro centro de salud y al conjunto de la atención primaria directamente nos afecta en reducción de personal. No es poco. Influye inmediatamente sobre la calidad de la asistencia que podemos prestar, obligándonos a dedicarnos casi en exclusividad a responder a la demanda en detrimento de los seguimientos, la prevención, la educación de la salud, etc., que son actividades más baratas y más eficaces a medio plazo para la calidad de la salud, pero requieren tiempo.



Es un paso más en el deterioro de la asistencia pública y, cuanto más ésta se deteriora, más razones hay para aumentar el grado de privatización. Y así, a pequeños pasos, acompañados de amenazas como el copago, van recortando y robándonos lo que es nuestro, de todos.

La sanidad pública no va a desaparecer, pero eso no es suficiente, necesitamos que sea de calidad y para todos, es un pilar fundamental de una sociedad atenta a los derechos sociales y, por tanto, un poco menos injusta. Además, es posible; en nuestra sociedad existen recursos suficientes para su mantenimiento. La responsabilidad de en qué se utilizan esos recursos es de nuestros gobernantes, no pueden escudarse en la crisis ni en que otros hacen parecido. Los recursos existen, son nuestros, han salido de nuestros impuestos, nosotros tenemos que reclamar que se dediquen a las cosas más necesarias y básicas, y que si hay que recortar se haga de gastos más superfluos (tren de alta velocidad, ampliación del aeropuerto...). No es una cuestión de egoísmo individual, no queremos más que los demás ni cosas exageradas, es una cuestión de todos y para todos.

Jose Mº Berro Uriz
Trabajador del Centro de Salud de San Jorge - Sanduzelai

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